La presencia del protestantismo evangélico en América del Sur se remonta al siglo XIX, con misioneros europeos y norteamericanos que establecieron iglesias presbiterianas y luteranas. Estas iglesias jugaron un papel clave en la consolidación del protestantismo histórico, especialmente en Brasil, Argentina y Chile, donde enfatizaron la educación y un gobierno eclesiástico organizado.

El crecimiento más notable se produjo en el siglo XX con el auge del pentecostalismo, que logró integrarse en diversos sectores sociales. A pesar de esto, las iglesias históricas han mantenido una influencia sólida en la educación y el compromiso social.

Hoy en día, las iglesias evangélicas son diversas y dinámicas, destacándose en la vida espiritual y cultural de la región, con una identidad centrada en la Biblia, la conversión personal, la vivencia comunitaria y el servicio al prójimo.